La presente nota
intenta ser una breve aproximación a la situación de IU aportando algunas ideas
de cara a la reflexión general.
1.- La evolución
de IU desde la IX Asamblea federal se distingue por la aparición de nuevas
circunstancias en el panorama político español que ya no se corresponden con el
tipo de diferencias estratégicas que, en mayor o menor medida, existían en esta
organización en toda su trayectoria, haya habido o no acuerdos en cada momento
en la elección de los órganos internos o en la formación de listas electorales.
El resultado de
la X Asamblea federal, con lista única, supuso cerrar con una aparente
homogeneidad de criterio el debate de fondo sobre una posible reorientación
estratégica ante estos nuevos factores.
La prolongación
de la crisis y su impacto en jóvenes generaciones, cuya irrupción en la acción
política vino de la mano del 15M, puso en evidencia la brecha entre el formato
de intervención y participación basado en partidos de izquierda-sindicatos de
clase y las actitudes y tendencias emergentes.
La principal
contradicción no parecía ser, en consecuencia, a los efectos del debate sobre
las estrategias a seguir, si la crisis fortalecía o no la necesidad de asumir
un discurso anticapitalista frente a otros más transversales, como
ocurió en la IX Asamblea, sino cómo traducir en apoyo a IU la reacción de una gran
parte de la población en su forma de encarar políticamente la crisis.
2.- Organizativamente,
el acuerdo de integración se saldó mediante la configuración de una dirección
federal que pivotaba sobre el equilibrio entre dos tendencias fundamentales, y
otras más o menos subsidiarias de ambas, pero menores.
Las diferencias más
importantes entre estas tendencias no solo eran o son generacionales, sino que
se situaban en el modelo de organización, en la forma de la acción política, y
en las prioridades programáticas y de acción institucional. Pero las más
importantes, sin duda, son las de carácter teórico y analítico, de las que se
derivan las primeras.
Un sector influido por
ideólogos que sostienen la tesis según la cual ciertas categorías clásicas han
dejado de ser políticamente funcionales, defiende y ha defendido una reorientación
de IU a partir de una formulación que desecha para la
acción política toda una serie de conceptos fundamentales del pensamiento de la
izquierda. La división en clases de la sociedad, y el conflicto subyacente, se
sustituyen por la esquematización entre los de arriba y los de abajo. La
movilización se entiende a partir del uso de las redes y las nuevas tecnologías
de la información. La participación se define sobre la desaparición de las
estructuras de control democrático interno que se pretende reemplazar por el
peso determinante de los hiperliderazgos. Las propuestas y la elaboración
programática por la indefinición y la ubicación de mensajes o
"relatos" en los medios de comunicación de masas, en especial en la
televisión comercial. La apelación a la emocionalidad en los discursos
políticos se convierte en impulso predominante frente al trabajo de elevación
de la conciencia crítica y de clase. Sobre todo, no se determinan prioridades
de gobierno en función de intereses sociales dispares y en conflicto. Pero de
esa forma, entienden, será posible dejar atrás la condición minoritaria de IU para pasar a ser una fuerza ganadora
que además sale al encuentro de las nuevas generaciones y de sus preocupaciones
principales.
Otros sectores, dentro
de la pluralidad general de IU, coinciden en señalar que las necesidades de
aproximación a las nuevas realidades sociales que la izquierda sin duda debe
abordar no hacen inservibles los ejes explicativos básicos inscritos en
el método y el marco ideológico de la izquierda transformadora, sino que demuestran
su vigencia y validez, y no convierten en desechables los modelos democráticos
de organización, por más que estos requieran de nuevos parámetros
que ayuden a superar problemas reales de fosilización y de patrimonialización
de estructuras y de representación institucional. El mantenimiento de la
identidad de la izquierda es necesario para retener su anclaje social y
político en la mayoría social trabajadora.
Las diferencias que se
acaban de señalar presentan, por otro lado, una proyección territorial en las
distintas organizaciones federadas en IU. Las llamadas federaciones tienen
distintos grados de identificación con las tendencias principales.
La disputa en torno a
la ordenación de la lista de IU para las elecciones europeas fue uno de los
primeros momentos en que esta tensión se manifestó más claramente después de la
X Asamblea. El conflicto en Madrid e ahora, el punto sobre el que gira de n
uevo.
Todo ello se expresa,
en términos políticos concretos, en la distinta forma de entender las alianzas
y la convergencia con otras fuerzas políticas y sociales para derrotar al
Partido Popular.
Si en una primera fase
la idea de la convergencia se aceptó casi unánimemente por toda la
organización, aunque no fuera concebida exactamente del mismo modo por las
diversas sensibilidades internas, en función de la pluralidad de matices y,
sobre todo, de las dos grandes líneas de diferencia antes trazadas, fue la
aparición de Podemos y su posterior crecimiento en las encuestas el hecho
sobrevenido que dimensionó de modo claro cada una de las posturas acerca de
cómo llevar a cabo la instrumentación concreta de dicha convergencia.
Lo que para la mayoría
se traduce en una voluntad de formar coaliciones electorales con otras fuerzas,
o como cauce para la participación de colectivos ciudadanos en las listas que
se fueran formando, para otros podía servir para permeabilizar a IU dentro de
listas formadas a través de la fórmula de agrupaciones de electores, u otras en
las que la identidad o perfil propio no fueran incorporados expresamente a la
experiencia unitaria que se generase eventualmente en cada ámbito concreto.
La dialéctica derivada
del debate sobre alianzas tuvo su conclusión en la toma de decisiones por la
presidencia federal, que situó la intervención electoral de IU en las diversas
plataformas que se fueran constituyendo sobre la base del modelo de coalición
electoral. Buena parte de ellas fueron apareciendo con el NOMBRE o denominación de “Ganemos”.
En paralelo, el
crecimiento espectacular de Podemos como fuerza política que puede ocupar el
lugar del PSOE en peso electoral y de representación lleva a los principales
líderes de la nueva fuerza a redefinir su incorporación a las iniciativas de convergencia, en lo que llaman
“candidaturas ciudadanas”. Su presentación con lista propia en CCAA no está en
duda en principio, pero el aterrizaje en las localidades todavía queda
enterrado bajo el signo de la ambigüedad.
3.- En este contexto,
ante una fuerza emergente con amplia capacidad de concitar un fuerte apoyo
electoral a todos los niveles, el planteamiento de la convergencia en las
condiciones diseñadas por IU sufre un
fuerte impacto. Los términos del proceso se han modificado.
Así, Podemos y sus
tácticas y estrategias se convierten en el motor de los posicionamientos
internos en IU y el debate se desplaza de NUEVO al papel y el status de IU en el tablero político
español, ahora en un panorama radicalmente cambiante.
Para unos, la dinámica
política se mueve inexorablemente hacia una amalgama de tendencias que
confluirán en espacios electorales ciudadanos, en los que la canalización de la
presencia en listas electorales y, por tanto, en la ulterior representación institucional, no se realizará por los partidos de
izquierda existentes.
Para otros, el cambio de
condiciones y el paso a la órbita de apoyo de Podemos de sectores
muy amplios de las clases medias hacen incluso más indispensable que en otros
momentos históricos la preservación de un sujeto político específico de la
izquierda, con independencia de que dicho sujeto lleve o no a cabo, en función
de las circunstancias de cada caso, acuerdos con otras fuerzas o espacios del
ámbito progresista.
De nuevo la forma de
abordar estos cambios, el debate de fondo, se entrecruza con otros fenómenos y
conflictos que desafortunadamente se convierten, sea o no en contra de la
voluntad de las partes, en cortinas de humo que ocultan la verdadera naturaleza
política de los problemas.
Lo cierto es que hay
una parte de IU que defiende un modelo de confluencia con otras
realidades políticas y sociales que se acerca en sus bases ideológicas y
programáticas al marco teórico y analítico que han desarrollado los principales
creadores de opinión que dirigen lo que hoy es Podemos.
Sobre este eje gravita
el núcleo central de los problemas internos de IU.
Pero la cuestión es que
en este año hay elecciones, andaluzas, municipales, autonómicas, catalanas,
generales. No hay tiempo para otra cosa que no sea conseguir la unidad y seguir
trabajando. Porque si no hay un punto de encuentro que despeje el camino de
árboles que no dejan ver el bosque no hace falta decir lo que sucederá y sus
consecuencias para la mayoría social trabajadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario