IU con más fuerza, ponencia encabezada por Paloma López

IU con más fuerza, ponencia encabezada por Paloma López
Para leer la ponencia: pinchar en la imagen

martes, 24 de febrero de 2015

Sopa de líderes, la nueva vieja convergencia.


Una sopa es un conjunto de elementos que convergen en un líquido para darle sabor y consistencia. Como el agua siempre es agua, el resultado del caldo depende, fundamentalmente, de los elementos que convergen, del tiempo de cocción, de la intensidad y la temperatura a la que cuecen, e incluso, como les gusta decir a los chefs de la nueva cocina, del cariño que se pone en el plato (aquí “cariño” puede significar lo que uno quiera, desde un ingrediente secreto hasta una pastilla de avecrem, porque la ambigüedad es la clave de su éxito). No nos engañemos, no es lo mismo un espinazo que un puerro, aportan sabores y sustancias distintas. Y no es lo mismo media horita a fuego fuerte que la cocción tranquila de la cocina de la abuela, dedicándole una mañana entera para el buen ensamblaje de los sabores. 

Los procesos de convergencia política, como las sopas, son siempre únicos. Responden a realidades concretas en las que cambia, si me apuras, hasta el elemento constante (no es lo mismo el agua de Madrid que el de Valencia, dicen). Pero son también un proceso con procedimientos más o menos obligados. En primer lugar, deben partir de la voluntad de quienes convergen. Es un clásico de la vieja política afrontar los procesos de convergencia como una “excusa necesaria” para una ruptura definitiva con el resto de las partes. Pero también, y fundamentalmente, hay que decidir qué elementos se echan al fuego. Puede cocinarse una sopa de proyectos políticos y sus militantes (“sopa de siglas” en la cocina moderna), o puede cocinarse una suma de liderazgos personales. En mi opinión, como la acción individual, incluso cuando se ejerce en masa, no equivale a la acción colectiva, los ingredientes para una convergencia que asegure el cambio están en los programas y en la calidad de la militancia. Los liderazgos son instrumentales y deben estar al servicio del proyecto y no al revés. Pero claro, conseguir un sabor equilibrado en base a proyectos políticos requiere de una cocción tranquila, ajustada a sus propios tiempos, que no suelen coincidir con las urgencias de las sopas de sobre para tertulianos. Y requiere que quienes convergen tengan proyectos políticos, y esto, en ocasiones, es mucho pedir. 

En Madrid y en el conjunto del Estado, la izquierda tiene el reto de confluir en un espacio electoral común. Pero el riesgo de una sopa de hiperliderazgos y los tiempos televisivos empujando a favor de las fórmulas individualistas pueden agriarnos el resultado. ¿Frente a quién responderán los concejales/diputados en las agrupaciones de electores o en los partidos instrumentales? Una vez elegidos ¿cuál es el proyecto común que defenderán en las instituciones? ¿Qué papel se le deja a la militancia cuando un proyecto político es nada más que una lista electoral?

Quienes dicen haber inventado las sopas de ajo hace unos meses, como quien cree descubrir en 2015 el Océano Pacífico, han hecho una apuesta por la suma de liderazgos. Se lo ponen fácil a quienes, encastillados en su rutina institucional desde hace décadas, no necesitan más que un chiringuito pequeño y manejable para la supervivencia personal. Ambos bloques se aseguran sus intereses llevando el debate a los extremos de la autodefensa: unos, achacando al bando contrario, a veces con razón, un inmovilismo  que esconde la defensa de intereses personales, parecen encontrar en esa acusación, muchas veces fundada, la coartada perfecta para que la simple diferenciación aparezca como un argumento político, lo cual es una absoluta falacia; y otros, también con parte de razón, cavando una trinchera frente a quienes pretenden desmantelar los proyectos políticos de cambio desde dentro como un “Caballo de Troya”.

Yo no me resigno, después de tantos años trabajando por la generación de espacios de convergencia, a iniciar un proceso diferente. No hay recetas cerradas y rígidas, pero sí procedimientos que son indispensables. Necesitamos hacer confluir proyectos políticos, aunque a los que acaban de llegar, si no tienen uno, les asuste una confluencia que, de esta manera, puede dejar a muchos de los suyos fuera. Hay que asegurar que los compromisos adquiridos mantienen su vigencia después de las elecciones, porque lo contrario es un fraude al electorado. Y sólo una vez ajustados los términos propositivos e ideológicos del proyecto, podemos afrontar el debate de los liderazgos, que como elemento instrumental deberán ajustarse al contenido del proyecto pactado. Los tiempos no serán los de La Sexta Noche, sino los necesarios para el equilibrio de los sabores. En definitiva, frente al “aguachirri" de la sopa de líderes, la consistencia de la convergencia entre proyectos políticos y militancias. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario